lunes, 15 de agosto de 2016

Omoiyari: Inteligencia social... o... corazón forzado?

¿Lindo, no?... Una linda Farsa.

Les hablaré  del Omoiyari

¿Qué es omoiyari? Bien, más que una palabra, es una filosofía, un concepto japonés, y se trata de ser considerado y atento con los sentimientos de las demás personas. Si lo buscan en algún diccionario o traductor, será simplemente traducido como “simpatía” o “consideración”. Sin embargo como ya dije, más que una palabra, es un concepto, toda una idea en sí.

Siendo esencial incluso para explorar conceptos japoneses en el idioma japonés como una herramienta intelectual para futuros estudios en Asia y para el desarrollo de las teorías de comunicación entre asiáticos. Por lo tanto, se cree que estudiosos de la comunicación de Asia deberían participar en esta importante tarea de la investigación sobre lo que el Omoiyari brinda.

En la psicología social de los japoneses el concepto de OMOIYARI se ha examinado en términos de altruismo, compasión, empatía y la conducta prosocial, y una variedad de modelos cognitivos de la conducta prosocial.

En el campo de los estudios de comunicación, sin embargo, el concepto de OMOIYARI no ha llamado mucho la atención académica, aunque los aspectos harmoniosos de la comunicación japoneses están bien documentados.

"Echa tu pan sobre las aguas, y volverá a ti" Un dicho japonés que refleja el OMOIYARI.

Cuando los japoneses sienten la bondad de otra persona hacia ellos y ven los sentimientos de afecto, pensamientos y comportamientos ellos aprecian el Omoiyari de esa persona.

El significado primario de OMOIYARI es "la sensibilidad de un individuo al imaginar los sentimientos de otro, sus asuntos personales y circunstancias”

De hecho el Omoiyari ha atraído la atención de los estudiosos no japoneses como uno de los más importantes ideales de la cultura japonesa.

La palabra OMOIYARI se ve a menudo en las señales que llevan un lema de la escuela y por las estaciones de policía. En muchas encuestas de opinión pública, los japoneses han enumerado el OMOIYARI como el concepto clave en el que se pone un alto valor.

Aunque el comportamiento basado en OMOIYARI y sus actividades se pueden encontrar el todas las culturas, los japoneses son los que le dan el valor más alto al OMOIYARI en todo el mundo.

Sin embargo… en realidad… no lo aplican….

Si a primera vista te parece un concepto altruista y puramente generoso, mejor vámonos por partes e investiga antes de opinar. Y yo no te voy a hablar del lado bonito y poético que la mayoría de blogs describen en sus artículos relacionados con la cultura japonesa, ya que esos blogs están permanentemente en fase uno, de la que ya les hable en otra entrada. Yo te hablare desde la realidad objetiva de las cosas.

Si bien a simple vista el Omoiyari puede parecernos un concepto grandioso desde nuestro punto de vista occidental, no lo es tanto viéndolo desde el punto de vista puramente japonés. Y mucho menos en la aplicación real del mismo. Ya que su visión de las cosas puede transformar su propio concepto en algo muy pesado de llevar.

Para comenzar, te diré que sí, ellos están muy, pero muy PERO MUY orgullosos de su Omoiyari, al punto que dicen que es una palabra que deberían regar por todo el mundo, como algo que es obviamente puramente JAPONES, según su orgullo “De Japón para el mundo”. Pero es tanto el orgullo que deja ya de ser Omoiyari pues ese orgullo se transforma en ego, y no hay consideración tal para los conceptos de otras culturas, asesinando con eso desde ya el concepto del Omoiyari.

Tristemente y muy a pesar del orgullo que esta nación siente por su Omoiyari, es un concepto sobrevalorado e ilusorio cuando ellos lo llevan a la práctica, pues en realidad se desde el comportamiento condicionado meramente japonés, termina tratándose de dejarte de lado a ti mismo con tal de ser considerado con los demás, sin importar lo que tú sientas. Los cual lo vuelve claramente egoísta, sí, egoísta, pues ser egoísta no es algo que se dirige sólo contra los demás sino aun contra ti mismo. Porque también se puede ser egoísta con uno mismo y eso no está para nada bien.

Entre los muchos ejemplos que abarca la palabra Omoiyari en Japón, está este, dicho por una mujer japonesa:

“Cuando tú vas a un restaurante a comer y terminas toda tu comida, eso es omoiyari, sabes, para las personas que lo cocinaron”

Sin embargo también es considerado por la cultura japonesa que dejar comida en el plato es falta de educación, ya que no estás mostrando aprecio y consideración por quienes se esforzaron en preparar la comida y además estás diciendo claramente que la comida no te ha gusto puesto que has dejado una porción en tu plato.

Por consiguiente ante todo esto, tú no tuviste Omoiyari…

Pero ¿incluye el Omoiyari forzarte a comer algo que tu cuerpo ya no puede recibir en función de ser una persona considerada para con el cocinero? En este caso, el que cocinó, quien espera que termines del todo tu plato, no está teniendo Omoiyari para con esa persona que come, quien quizá tenga un estomago pequeño, un problema de tiroides o quizá simplemente se sienta triste hoy y por ende sin mucho apetito.

La dura, prohibitiva y represiva sociedad japonesa, no es, irónicamente, un buen lugar para ejercer un auténtico Omoiyari.

Ahora, además de esta mal enfocada teoría, la mayoría de japonesas arrollados por su orgullo creen que el Omoiyari es un concepto puramente japonés y que no existe en realidad en el mundo fuera de Japón, aunque la definición academica del Omoiyari dice lo contrario.

Si bien el Latinoamérica no tenemos una palabra con sus kanjis específicos para llamarle, sí tenemos un concepto similar y más sincero, y lo definimos con una palabra más sencilla pero real: Calidez Humana. Algo que los latinos traen precargado de nacimiento y que los japoneses sólo pueden adquirir con el tiempo.

Pues, no confundamos amabilidad con calidez. Los japoneses dependiendo el caso pueden llegar a ser amables, pero nunca cálidos, ya que para ellos la calidez insinúa otro tipo de intenciones.

En Latinoamérica mostramos libremente nuestros sentimientos, de corazón abierto y cálido, estamos dispuestos a tender la mano de corazón a quien lo necesite, brindar cariño desinteresado a quien lo merezca y regalar sonrisas sólo porqué sí.

En Japón y pese a su tan valorado Omoiyari, eso no existe, es quizá por eso que se valora tanto el llamado Omoiyari que incluye supuestamente esa calidez de la que hablo pero que difícilmente se ve en Japón.

En Japón el respeto es base, algo que siempre  he admirado y no dejaré de hacer, sin embargo eso no me obnubila de ver la realidad y es que el concepto del respeto en Japón muchas veces pasa los límites de todo lo sano.

Y esto lo pueden comprobar viendo los blogs de extranjeros viviendo en Japón tales como Sandyael Mikoku, Kira Sensei y tantos más. Por ejemplo, en Japón no es común sonreírse, ni tocarse, mucho menos abrazarse. NO, si lo haces es porque tienes interés sentimental hacia esa persona, con miras al matrimonio (curiosamente después de casados, todos esos escasos cariñitos también se acaban casi en su totalidad). Y esto aplica a todos, o sea que si tú como latina corres a abrazar a tu amiga japonesa en un arranque latino de efusividad, la gente a su alrededor pensará que son lesbianas… sí… Esto le pasó a una de mis Sensei que era mexicana pero que mis respetos, hablaba muy bien el japonés, y nos llegó a contar sobre sus aventuras viviendo en Japón, en donde por efusiva, creían que era lesbiana, sólo por el hecho de abrazar a sus amigas en la calle.

Tanto es el respeto que crea una monumental barrera de distancia y deshumanización total. Son prácticamente robots tratando con otros robots, se los digo por experiencia.

Mientras viví en Japón se me quito lo amable porque no fueron pocos los malentendidos en los que por mi amabilidad, se llegó a creer que tenía intenciones amorosas con la gente. Para acabar pronto, las sonrisas son insinuaciones “inequívocas” (según ellos) de que estás enamorado de la persona en cuestión, con eso les digo todo…. Y ¿por qué?, pues porque en Japón no es costumbre la calidez en ninguna de sus manifestaciones. Las relaciones con todo (amigos, compañeros de trabajo, incluso marido y mujer) suelen ser muy, muy frias.

Entonces el Omoiyari no se basa en cariño o acciones calidez, sino más bien en acciones fríamente calculadas y en algunos casos bizarras como el no llorar frente a los demás aun si tu corazón esta destrozado, porque, si tú lloras, vas a poner más tristes a los demás, y hay que tener consideración…. ¿Es en serio?... Sí…

Y así tristemente el Omoiyari del que tanto hablan y con el que tanto se envanecen, se aplica de una manera demasiado desconsiderada para la persona que lo brinda.

Recuerdo que en mi estadía en Japón mi primer choque con el Omoiyari fue con una compañera de trabajo que estaba embarazada de 7 meses. Íbamos en el tren y subió un hombre de edad media, venía con su maletín y no había asiento, cuando el tren arranco de nuevo el hombre se balanceo un poco y se le cayó su maletín, lo recogió y se fue a parar justo al lado de nuestros asientos, y ella de inmediato se paró y le cedió el suyo, no me pareció lo correcto pues el hombre era joven aun y se le veía sano, así que, no comenté al respecto y simplemente yo le cedi mi asiendo a ella. Después tres estaciones más adelante el hombre bajo y cuando me senté al lado de ella le pregunte el por qué le había cedido el asiento y me dijo que porque al ver su maletín era obvio que venía de un largo día de trabajo y seguro venía cansado…

Yo le rebatí diciendo que ella estaba embarazada (que de hecho en Japón no le ceden el asiento a las embarazadas como en México) y tenía más derecho y motivos para ocupar el asiento, pero ella me dijo que eso sería egoísta de su parte, y de paso me agradeció mi Omoiyari por cederle mi asiento cuando yo no tenía porqué hacer tal cosa.

“¿Y también dejarle tu asiento a él cuenta como omoiyari?” le pregunté, y me dijo que sí, entonces le pregunte que dónde estaba el omoiyari de ese hombre hacia una embarazada que va parada en un tren, y se quedó callada pues no supo que responder. Rato después atino a darme una respuesta, más desconcertante aun “Bueno, yo soy mujer, y es deber de la mujer saber lidiar con los achaques del embarazo, los hombres no tienen por qué perturbarse por eso”…. De esto no hablo más aquí, de este concepto machista japonés les hablaré en una entrada dedicada a esto.

El Omoiyari como concepto puede ser maravilloso, pero aplicado por la sociedad japonesa cambia su contexto terriblemente, y además NO es un comportamiento exclusivo de Japón, ya que como bien he  dicho, existen variantes mucho mejores en otros países, como la calidez latina, que siempre, siempre es sincera, cuando alguien es cálido es porque quiere serlo, no porque tenga que serlo, ya que la calidez autentica es algo que no se puede fingir.

Por el contrario, el Omoiyari sí se puede razonar y aplicar con plena conciencia. Viene más de la cabeza que del corazón.

Y me molestaba bastante al escuchar a los japoneses hablar con tanto, ya no orgullo, sino ego, de su omoiyari, creyéndose los únicos con tales valores, cuando tienen por costumbre minimizar lo que existe en otros países argumentando que sólo lo de Japón tiene calidad y está por sobre todo el mundo. Entonces yo preguntaba ¿Dónde está el omoiyari de Japón hacia los demás países?

Si el Omoiyari nos habla de ser considerado con los sentimientos y circunstancias de los demás además de sólo pensar en ti mismo ¿Dónde está el omoiyari de Japón como nación? ¿Dónde está cuando critican de incorrecta alguna costumbre de otro país sólo porque en Japón eso no se estila? ¿Dónde está cuando juzgan a los países latinos de peligrosos e indignos? Si se trata de ser considerado con las circunstancias de los demás ¿Por qué no son considerados con países como Venezuela o México que han pasado por terribles momentos y de hecho los están pasando? ¿Acaso no les cuentan las CIRCUNSTANCIAS  que los han llevado a eso? ¿Por qué solo dicen, “no confíes en los mexicanos son peligrosos, no confíes en los venezolanos son peligrosos, no confíes en los latinos son peligrosos”?.

Ah, y no tengas la piel un poquitito oscura porque en la mente de un japonés la conexión es in-me-dia-ta su cerebro comienza a funcionar a la velocidad de la luz con la siguiente ecuación

Extranjero + Piel oscura = Delincuente sin lugar a dudas.

Al grado que en los carteles, el delincuente, siempre, siempre tiene la tez morena, de hecho y sin exagerar, le meten filtro para que la oscuridad de la piel resalte, para recordarle a la sociedad, “recuerda la piel oscura es de los malos”. Si tienes la (desde el punto de vista japonés) “desgracia” de tener la tez oscura (moreno claro, moreno, trigueño, y ya no se diga negro) olvídate, es MUY complicado. Incluso a la hora de tener una pareja.

Si tu pareja te ama, créeme que a él o ella no le va a importan tu tono de piel, PERO, sus padres y familiares, agárrate porque arderá Troya. Vas a tener que sacar el FUA del FUA, y llegar más allá del extra para demostrarles que eres una buena persona, que vales la pena (y por pena lo digo más que en sentido figurado) y que eres de fiar.

¿Dónde está su omoiyari cuando las madres dicen a sus hijos que no se acerquen a las personas de tez morena o negra porque son gente peligrosa o INDIGNA? ¿Dónde está su omoiyari cuando se les impide a los hijos casarse con alguien sólo porque es extranjero y peor de tez un poco más oscura? Si se supone que el más alto valor en Japón es el omoiyari y este nos habla de tener consideración con las personas por sus circunstancias, la circunstancia de que quizá esa persona morena viva en la playa y el sol le queme la piel ¿no cuenta? La circunstancia de que tu ADN sea de raza negra, UNA MAS de las razas de este planeta ¿no cuenta? ¿Es que acaso los negros o morenos son extraterrestres y están radioactivos?

Yo no veo el omoiyari por ningún lado, lo adoran pero nunca lo aplican en realidad.

Si bien en Japón casi no existe cosa tal como el racismo, sí que existe el miedo a una idea preconcebida, tal como que se cree que la gente de piel clara es más confiable que una de piel morena. Y esto pasa por una razón similar a la de Corea.

En tiempos tan remotos como el Meji los que trabajaban en los campos de arroz, hombres y mujeres, no tenían acceso a una buena educación, se la pasaban todo el día en el campo trabajando amorenandose la piel día con día, y algunos de estos cansados de la vida de trabajo se volvían bandidos que andaban siempre al asecho por los caminos o aldeas, mientras que los únicos que tenían acceso a recibir una buena educación eran los aristócratas, los ricos, quienes siempre exhibían modales más finos y civilizados y nunca quemaban sus pieles bajo el sol, más bien trataban de cultivar un tono más blanco de ser posible. Así la mayoría de bandidos y gente poco civilizada tenía sus pieles morenas, mientras que quienes exhibían los mejores comportamientos eran casi siempre de tez clara. Concepto que se fue arrastrando hasta nuestros días y prevalece en la mente colectiva de Japón.

Nuevamente, esto mismo mata al Omoiyari.

¿Dónde está el omoiyari cuando un niño mestizo mitad japonés-mitad-extranjero está siendo víctima de un terrible bullying  por no ser de sangre pura y la maestra no hace nada por detener la agresión?

Hay mestizos que por tener los ojos verdes y ligeramente rasgados son vituperados y humillados por sus compañeros e incluso profesores. ¿Dónde está el Omoiyari ahí? No están considerando los sentimientos de esa persona, en este caso, sólo están considerando los propios sentimientos ególatras y nacionalistas, ese orgullo japonés que se siente con derecho a pisotear todo aquello que no cuente con su misma pureza.

El omoiyari es solamente una bonita CON-TRA-DICCION.

Este mismo concepto de hecho te sirve para trolear a un japonés, porque si tú les invitas algo que sabes que no les va a gustar, y le dices “con todo mi cariño, no sabes lo que me costó traer esto para ti”. Aunque tengan el deseo de vomitar, se lo van a comer, porque es omoiyari.

Otra cosa que es un claro ejemplo de que el Omoiyari ni se aplica ni se entiende, es el siguiente: En Japón, está practicamente prohibido hacer invitaciones repentinas, es decir, eso tan común en occidente de: “Ya se acabó la clase, no hay más que hacer, ¿y si nos vamos al cine?”. NOOOOO eso… ¡¿Cómo?! Tienes que hacer planes con mínimo una semana de anticipación, pues eso de ser espontaneo en Japón simplemente no se da. Si tú haces eso con un amigo japonés, se acabó, no te vuelven a hablar porque tú eres un ca$%& hijo de #$&% que no respeta su valioso tiempo (aunque él o ella tampoco tuviera absolutamente nada que hacer) porque en Japón no se hace NADA que no esté en el guion, nada que no esté planeado, y la espontaneidad, o en términos de teatro, la improvisación, NO  ESTÁ EN EL GUION. Saldrá contigo por omoiyari si le ruegas, pero, tendrá una cara larga TODO EL TIEMPO, y tendrás que pagarle hasta por estar contigo. Entonces ahí sí que el omoiyari no es más que hipocresía forzada y de paso muy pero muy mal fingida.

Ahora, los japoneses presumen mucho de su modestia y sencillez lo cual ya es una paradoja en sí, y basados en eso critican mucho a los habitantes del resto del mundo, pues por ejemplo, consideran que si una persona se pone un perfume es porque quieren destacar, llamar la atención, cosa mal vista pues, y te lo dicen con un enorme orgullo: “Los japoneses somos modestos y evitamos eso, los japoneses no usamos perfume para no destacar. Pero la verdad nosotros los japoneses pensamos que los occidentales usan perfume para ocultar su asqueroso olor corporal

Sí, me lo llegaron a comentar en mi cara y sin miramientos de ningún tipo en más de una ocasión cuando preguntaba el por qué parecía que a los japoneses nos les gustaba el perfume.

¿Dónde está su Omoiyari al afirmar tales cosas con tan tremenda seguridad sin conocer la cultura?

Creo que antes de querer esparcir ese concepto tan mencionado Omoiyari por tooooodo el mundo, los japoneses serían los primeros que deberían de aprender de el y aplicarlo a conciencia antes de querer envanecerse con el, ofreciéndolo como un buen “producto de Japón para el mundo”.

Como ejemplo muy claro y vivido, mis maestros de la escuela de japonés, ellos si bien eran respetuosos, con el pasar de los años, tristemente fui descubriendo que pese a llevar años viviendo en México, y desear radicar aquí (varios se casaron con mexicanos) conociendo bien la cultura y sus porque´s, criticaban duramente a la gente desde la terca y cerrada visión japonesa de las cosas, y varios seguían tachando de ofresidas a las alumnas sólo porque ellas sonreían todo el tiempo… A sabiendas que los mexicanos se la pasan con una sonrisa en la boca, hasta  cuando están dormidos…

¿Dónde está el Omoiyari? ¿Verdad que no lo vemos por ningún lado?

Más allá de lo que puedas llegar a  leer sobre este precepto, la verdad es que como idea, como filosofía, suena hermoso, pero aplicado, se vuelve en algo totalmente diferente, algo hipócrita y desconsiderado, porque no lo aplican como debe ser. Se supone que se aplica en todo, cosa que no hacen y además, cuando lo aplican (el dejarte fuera a ti mismo para considerar a los demás) lo hacen por esa mente colmena que los guía, por obligación, por seguir la corriente y sólo con los japoneses, porque cuando se trata de extranjeros, sale a flote el nacionalismo y el Omoiyari que tanto le presumen al mundo se va al demonio.

Como puedes ver, el Omoiyari… no se manifiesta nada. Aunque ahora ya conoces tanto su significado reflexivo como la aplicación real del mismo.

Dime ¿Qué piensas tú sobre la realidad este concepto? Me gustaría conocer tu opinión.



viernes, 12 de agosto de 2016

POR FASES CON JAPÓN



Hoy les hablaré de algo que casi nadie habla en los blogs donde se habla de Japón,  y eso es la parte negativa.

Y esto es porque la mayoría de esos bloggeros que te hablan de lo Kawaii que es Japón y su gente, están en Fase Uno y de ahí jamás salen, porque nunca han tenido la oportunidad de vivir la cultura, de tratar con un japonés, y mucho menos de vivir en Japón un día a día.

Sin embargo, Japón se vive por etapas o Fases.




Fase Uno: Japón es un país maravilloso, con una cultura maravillosa e intachable, son una raza superior, tremendamente inteligentes, amables, considerados, respetuosos, cálidos, dispuestos a dar la bienvenida al extranjero con el corazón en la mano, un país de eternas sonrisas al cliente, una paraíso idílico donde la corrupción, la delincuencia y los peligros, no existen. Un mundo mágico donde la fantasía es realidad, donde las caricaturas te saltan de la pantalla para llevarte a viajar por el arcoíris hasta una bonita Okiya donde de seguro una Geisha o dos bailaran para ti y posarán para tus fotografías. Donde viajar en Shinkansen rumbo a Osaka es un sueño hecho realidad.




Fase Dos: Choque frontal contra la realidad, visión clara de las cosas, se caen las bardas de la fantasía y el paraíso se vuelve el infierno. La realidad te cachetea una y otra vez mientras se burla de tus ideas preconcebidas y te das cuenta de que del amor al odio de verdad hay menos que un paso.




Fase Tres: Logras el equilibrio entre el Odio y el Amor.

Ahora con eso definido, comencemos.

Verán chicos, pese a que tiene cosas maravillosas y muchos ejemplos que dar al mundo, Japón no es wonderland, ni mucho menos, todo lo contrario, y cuando digo todo lo contrario, CRE-AN-ME.
Por ejemplo yo jamás estuve en fase uno, pero vaya que conocí la fase dos y finalmente llegué a la fase tres, a la cual de verdad muy pocos llegan. Ya que muchos nada más tocar la Fase Dos, se aleja de la cultura japonesa sin querer saber nada más de ella.

Para empezar quiero aclarar que, cuando comencé a estudiar japonés, no lo hice por el anime y manga, o porque me enloqueciera la cultura japonesa, con honestidad les diré que entré a estudiar japonés porque me gustó el idioma después de oír una canción, pero cuando ingresé a la escuela de japonés, yo no sabía NADA, pero NADA, de la cultura japonesa.

Sabía lo básico que sabe todo el planeta, que había geishas, samurái, katanas… que de ahí venia el anime y nada más. Y respecto al anime ni siquiera me importaba que fuera o no japonés, a  mí no me importaba la nacionalidad de una caricatura, fuera gringa, italiana, japonesa o coreana, a mi lo que me importaba era que me gustara la trama y se acabó, no tenía ni idea lo que era la cultura del anime. Y haciendo un breviario les diré que estudiar japonés sólo porque te gusta el anime, es un garrafal error, eso lo probaron todos mis compañeros que entraron por esa razón, y abandonaron los estudios en Básico 2, ya que se dieron cuenta que era una lengua muy difícil y mucho proceso de aprendizaje para sólo aprenderlo por hobby.  Para estudiarla tienes que tener un auténtico interés por el idioma y no por el anime.

Volviendo a mi historia, no fue hasta que me adentré en el idioma (intermedio) que comencé a interesarme por conocer más de la cultura japonesa y comencé a conocer más de ella y el país del sol naciente, pero todo desde una perspectiva objetiva, jamás fanática o fantasiosa, si bien llegué a apreciar el cosplay por su magia, ese sentimiento no se extendía a todo lo que envolvía la cultura japonesa, la veía como un tema interesante del que se podía aprender mucho pero a sabiendas de que de seguro tendría sus paramos oscuros, como todas la culturas. Por esa razón jamás pase por la fase uno. Pero vaya que llegué a entrar en Fase Dos.

En mi experiencia personal les diré que, en lo referente a los japoneses, la verdad es que, entre más los conoces, más los detestas. Se los digo francamente, en internet la mayoría dicen que sólo hay dos fases, pero sinceramente yo diría que existe la fase 3 y esa es la última y la mejor.

Y esta fase 3, es cuando los entiendes, les comprendes, y llegas a apreciar sus cosas buenas, y en eso te centras para mantener a raya la constante desesperación y odio que te puede provocar su manera de ser.

Pero como diría Jack El Destripador, vámonos por partes, aquí les va la Fase Uno v.s Realidad.

Japón es un país maravilloso, con una cultura maravillosa e intachable, son una raza superior, tremendamente inteligentes: Para comenzar, Japón sí tiene sus partes maravillosas pero no todo es polvo de estrellas, y eso de ser una cultura maravillosa e intachable está muy alejado de la realidad, que si bien muchas de sus costumbres sociales destacan y las admiro, no todo es perfección, desde ahora se los digo, no son una raza superior a ninguna, no son tan inteligentes como se cree, en realidad es todo lo contrario, PERO, son disciplinados lo que los ayuda a balancear ciertas deficiencias…

Amables, considerados, respetuosos, cálidos: Hipocresía forzada por conceptos como el Omoiyari y el Omotenashi. Y si bien el respeto es real, ya que a pesar de que puedan estarte maldiciendo mil veces por dentro nunca te dirán nada, ese concepto de respeto no se extenderá a tus costumbres o tu cultura la cual será considerada como inferior a la japonesa aunque tratarán de no decírtelo en la medida de lo posible… en la medida de lo… posible… Y si entras a formar parte de la familia, olvídate de ese respeto porque es muy probable que tu venerable suegro, se tire varios gases delante de ti como si nada y tu suegra te eche en cara las deficiencias de tu cultura contra las maravillas de la cultura japonesas, la cual por cierto NUNCA TIENE UN SOLO NEGRITO EN EL ARROZ (aunque lo tenga) y si lo tiene siempre será culpa de los extranjeros, de Japón, jamás…  Y en eso de ser cálidos, olvídalo, ni casado obtendrás calidez de tu esposa o esposo japones.

Dispuestos a dar la bienvenida al extranjero con el corazón en la mano, un país de eternas sonrisas al cliente: Sí, eso es muy cierto, desde el concepto del Omotenashi, un concepto que habla de tratar siempre de excelente manera al cliente, sin importar el estado de ánimo o sentimientos personales de quien atiende. Pero ese el punto, no te están viendo como persona, sino como cliente, pues como persona, jamás recibirías Omotenashi, y las sonrisas que verás como cliente serán fingidas, ya que están obligados a hacer sentir bien al cliente. Pero a ti como persona, persona común y corriente que va por la calle, no esperes una sonrisa, ni tampoco si entras en la tiendita de la esquina, esas sonrisas omotenashi sólo las recibirás en Hoteles, restaurantes, y establecimientos grandes o de host al público. Y cuidado con que tú las devuelvas porque no sabrán que hacer, pues, está en el guion sonreírle al cliente, pero no está el guion que el cliente les sonría de vuelta. Ahora como extranjero desde ya tendrás por default una etiqueta en la frente que diga “Peligroso” “No confiable” o ambas, eso para comenzar.

Un paraíso idílico donde la corrupción, la delincuencia y los peligros, no existen: Cuidado con este tema, porque sí que existen, sobre todo para la mujer extranjera que decide radicar en Japón y que está muy expuesta, precisamente por este concepto de falsa seguridad total. Si bien los peligros no proceden directamente de japoneses, sí que viene de otros asiáticos que viven en Japón, y créeme que a veces llega a ser imposible para algunos extranjeros distinguir entre un japonés, un chino o un coreano (aunque por experiencia les digo  que sí se puede, pero no por sus caras sino por otros aspectos)

Un mundo mágico donde la fantasía es realidad, donde las caricaturas te saltan de la pantalla para llevarte a viajar por el arcoíris hasta una bonita Okiya donde de seguro una Geisha o dos bailaran para ti y posarán para tus fotografías: Sí bien si hay una gran cultura de la fantasía y las caricaturas Anime, la realidad en Japón se te estrella constantemente en la cara, así que eso de vivir en la fantasía, dura lo mismo que dura una convención, o sea, sólo unas cuantas horas en un día. Ahora respecto a las Geisha, contrario a lo que todo el mundo piensa, no son un atractivo turístico para todo el mundo, de hecho, está muy restringido y sólo lo pueden disfrutar un grupo selecto de personas que en su mayoría no incluye extranjeros, y para poder entrar a una de estas famosas casas de Té, debes ser invitado por algún prominente amigo japonés que te invite a su Osashiki, de otra forma no habrá manera que se te permita entrar a un Ochaya, mucho menos a una Okiya donde ni los clientes entran, ahí sólo las Geishas pueden pasar. Otra cosa con respecto a esto, las Geiko y Maiko de Kyoto están hartas de los turistas que continuamente pretenden que estas se detengan y les brinden una foto, pues les hacen perder el tiempo, y ellas van camino a SU TRABAJO al cual tienen que llegar tremendamente puntuales, y los turistas sólo estorban, y no sería poco común que una Geisha o Maiko te estrellara la cámara en la cara si te interpones en su camino. Yo no las culparía, ellas, repito, van a su trabajo, de eso viven, no están ahí para ti y hay que respetarles eso.

Donde viajar en Shinkansen rumbo a Osaka es un sueño hecho realdiad: Para comenzar el Shinkansen es muy caro… Todo en Japón es muy caro, y si pretendes hacer un viaje en el que te traslades a otra parte de Japón en Tren Bala, mejor ve rompiendo varios cochinitos porque el hospedaje también será muy caro.

Fin de la contienda, ganador: La cruda realidad.

Cuando entras en la Fase Dos, o más bien la realidad te obliga a entrar en la Fase Dos, te das cuenta de todo esto y cosas peores, y comienzas a conocer al verdadero Japón y a los verdaderos japoneses, todo lo que conlleva tratar  o convivir con ellos, y la cosa da un giro de 180 grados.

El amor poco a poco y por obra de los mismos japoneses, no tuya, se vuelve aversión y odio en el peor de los casos, ya que te complican a ti con su forma tan complicada forma de ser, y te comienzas a cuestionar de verdad ¿qué demonios es lo que la gente ve de atractivo en esta cultura tan cerrada y opresiva?. Y te das cuenta que la gente que piensa en Japón como en un paraíso terrenal, no conocen absolutamente nada de Japón…


Y después de la Tormenta, la Calma…

Fase Tres: Aprendes a convivir con ellos, pero sabes que jamás van a empatar del todo, y que la tolerancia y la cordura realmente tendrán que venir siempre de tu parte, porque jamás llegará de ellos. Ya que ellos con todo y su Omoiyari y demás conceptos que de primera mano suenan admirables, jamás podrán superar sus ideas arcaicas y su gran ego-orgullo japonés. Te das cuenta que la cultura más madura es la tuya, pese a que a simple vista parezca todo lo contrario, valorarás más tu propia cultura y aprenderás que incluso muchos aspectos de tu cultura están muy por encima de los de la japonesa, aprenderás a dar tu cariño en la medida adecuada, porque te darás cuentas que algunas personas no son dignas de un cariño latino limpio que jamás sabrán valorar, no porque sean malas, no,  sino porque no está en el guion, y recuerden que los japoneses sólo actúan por… como decirlo, reglas prestablecidas, conceptos prestablecidos, una mente colmena que no se atreve a salir del molde por un excesivo miedo a lo diferente, en pocas palabras, ellos siguen su guion y nada más…. Razón por la cual de una forma o de otra, por más amigo que creas ser de un japonés siempre terminarás excluido de muchos aspectos de su vida, porque simplemente así es la costumbre con los extranjeros. (De esto les hablaré en otra entrada)

Y sobre todo aprenderás a valorar las dos culturas; la japonesa en sus cosas positivas, pero gracias a sus aspectos negativos, también aprenderás a amar y valorar los aspectos positivos de tu cultura, ya que los latinos tienen la mala costumbre de reconocer sólo sus aspectos negativos y por ende casi nunca logran ver sus aspectos positivos.

A raíz de esta entrada comenzaré a publicar más información de Japón, pero les advierto, no todas serán rosas, bellas y kawaii, pero eso sí TODAS las entradas respecto a este tema serán realistas, incluso crudas, y ya sean por su propia naturaleza más oscuras que la noche o más claras que el día, serán siempre objetivas y realistas. Así que con esta advertencia, no acepto quejas de personas Fase Uno, ya que hay que conocer de verdad una cultura antes de opinar sobre ella.